No te moviste y yo ví como pasaban las horas imaginando que te movias, que venías hacia mí. Que tu imagen se proyectaba sobre la mía, en la cama, como aquella noche.
Y te espero sentada, en la escalera que no lleva ninguna parte, con las rodillas muy cerca, como barrera que protege mi corazón. Te espero, día y noche, mañana y tarde. Solo se me queda la imagen tuya, el silbido en mi oido, las palabras...
Cuanto más te vas, más dentro se me mete tu presencia.
miércoles, 30 de septiembre de 2009
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