sábado, 28 de noviembre de 2009

Elena, al igual que la Ana de la canción, quiere jugar en la alfombra
cruzar sus pies con los de él.
Rozar su piel, oler su cuerpo y darse cuenta de que nunca se fue lejos.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Siento que le perteneces.
Siento sentir que ya no sientas nada por mí.

Odio que le toques, que tus manos recorran su cintura
y acaben en el cóncavo mundo de las sensaciones.
Que los orgasmos que guardabas para mí, se hayan impregnado de su aliento,
que te lo diga al oido de la misma forma como te lo decía yo, bajito y excitante.

Siento que le perteneces.
Siento sentir que no sientas nada por mí.

Detesto que la mires como creí que me mirabas a mí, y que toques su pelo
como si no existiera otro, y yo mientras enviándote mis cabellos por carta para
que no los olvidaras.
Que pienses en ella cuando necesites hablar y yo no sepa más de tí.

Siento que le perteneces.
Siento sentir que no sientas nada por mí.

Aborrezco seguir prendada de tu belleza, de tu sinceridad y mientras tanto
besas sus labios con fuerza y gana, como cuando me besaste a mí y no querías acabar.
Que por un momento creí que yo era ella, y tú creiste que yo no quería serlo.

Siento que le perteneces.
Siento sentir que no sientas nada por mí.

martes, 24 de noviembre de 2009

A veces Matilde se pregunta por las voces que escucha en su cabeza.
Al principio pensaba que eran sus "yo" lejanos, aquellas vidas pasadas que dejaban su sabiduría. Más tarde se tachó de loca porque esas voces le daban datos erroneos que le hacian confiar y actuar para luego salir herida. Ahora las había comenzado a coger cariño, las hacía debatir, las cantaba nanas para que se durmieran mientras ella pensaba y recapacitaba. Pero un día una de las voces se rebeló, sonaba grave y acusatoria, fría y ajena. Se dio cuenta que en una ocasión había encerrado a una de ellas bajo llave por miedo a que le hiciera enamorarse, porque era la voz de su corazón. De tanto que se olvidó de ella, ésta había envejecido, de tanto darse tiempo.El tiempo pasó más deprisa de lo que esperaba.

El corazón se estaba quedando mudo

domingo, 22 de noviembre de 2009

Me gustaría odiarte por correspondencia y atreverme a poner el remitente.
Desearía presentarme en tu casa y decirte: "sí, soy yo la que por las noches, mientras sueñas, te llama desgarradoramente; la que abre la boca para que tus suspiros le quiten el alma".

Pero se nos pasó, se pasó el tiempo y las telarañas formaron mis huesos, mientras que el musgo empezó a decorar mis cabelleros dorados y la corteza que cubría mis debilitadas pasiones se hizo más dura. Me volví hueca y ya no te pude escribir cartas en las que, bajo todo ese odio, te quería a rabiar, tanto que mis llemas al creer tocarte se llenaron de llagas por rozar un amor tan puro.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Como uno de mis poetas favoritos,
cuando muera y me vayan a enterrar,
no quiero epitafios ni frases célebres;
sino un papel manoseado y arrugado,
que dejaré prendido de mi bolsillo cual caja de secretos
y que manifestará la esperanza de vivir más primaveras
y ver más días azules y grandes lunas llenas.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Me gustaría que un buen día fuera capaz, como Unamuno, de pensar el sentimiento y sentir el pensamiento.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Dejaste que los sentimientos se caducaran a pesar de ser de familia perenne.
Dejaste que se pudrieran los besos a pesar de que faltaban años para que sucediera.
Dejaste que se malgastara el fluir del amor a pesar de que el grifo no goteba.

Dejaste, dejaste, dejaste...y al fui yo la que deje de comprender cada movimiento, cada necesidad.Me volví testaruda, agria, triste y desdibujada.

Dejar es como aceptar la muerte.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Te toqué el hombro y me despedí.

Durante un largo sueño tu hombro ejercía sobre mí un gran peso, su imagen desnuda me hacía sentir en el pecho agujas y punzadas que intentaban explotar mi corazón por si dentro de él había más de un amor para tí, más de un sentimiento.

Y empecé a sangrar, a sentir como se deslizaba por mi ombligo un camino de sangre que llegaba hasta la puerta y hacian que la puerta rompiera su cristal y lo inundarán como si fuera la puerta de un protíbulo donde vendo mi corazón al mejor postor, y no digamos mi cuerpo porque es tuyo sin que lo toques.

Agarrándome a las sábanas mi mano tocó la madera caliente de la habitación en penumbra, al otro lado tu pecho se excitaba con la conversación que no llegamos a tener pero que nuestras mentes creadoras imaginaron. Maldita la mano que paró en seco mis movimientos, maldita sea la tentación de la manzana que la serpiente dibujo debajo de mis caderas.

Y lo único que quise era dormir contigo, que el calor que sale de tu cuerpo me creara un halo de resistencia, a tu ser, a tu cara, a tu mirada. Aquel camino de sangre quiso que mis pies dejaran la huella y a la mañana siguiente descubrieras que fui yo quien te arropó y te susurró al oido que era toda tuya.

Al mirarme tenía cara de culpable.