domingo, 29 de enero de 2012

Creo en ello.
En eso que llaman el destino.
El momento, el lugar, la hora, las palabras exactas.
Creo en ello sin miedos, sin complicaciones, sin barreras.
Tú estabas ahí, volteaste la mirada y justo yo pasé.
Es mi religión, es mi creencia, es mi forma de ver las cosas.
Nada más allá de la realidad, hay sospresas, hay datos equivocados, hay problemas.
Pero es eso, solamente eso, el momento. El instante en el que nos vimos.
Creo en ello pese a todo, a pesar de que puede que tú no lo hagas.
Pero las creencias son así, sólo hace falta que uno, sólo uno, crea en ello.
Y sucede.

sábado, 21 de enero de 2012

Tu mano bajando por mi vientre es una imagen que tengo grabada en mi mente

lunes, 16 de enero de 2012

En estos días en los que la lluvia crea un vacío dentro de mí. En los que mojarme los pies me ha hace sentir una sensación rara. Una sensación que ni yo misma puedo explicar, algo que se cuela dentro de mí y me crea un agujero existencial. Un agujero que ni yo misma se rellenar, que no sé dónde empieza y cúando va a terminar.

lunes, 9 de enero de 2012

Yo odio que lo odien

Darlo todo por si algún día no queda nada.

No sé pronunciar los te quieros desde que no riman con tu amor.


lunes, 2 de enero de 2012

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines
Lamento decirte que ya nada queda.
Que yo no soy la misma y tú ya no eres.
Nada para mí, nada en esta cama, nada en mi pecho.