viernes, 7 de agosto de 2009

He reconocido de nuevo la sensación de andar por el mundo sin ningún peso encima.
¿Cómo puedo hacerme ese daño? después de todo, después de aquello.
Me creo el verdugo y la víctima al mismo tiempo. Estoy en la diana, preparada para que la flecha me destroce y descubra que debajo de todo este disfraz sigo estando yo.

Ya no se que hacer. Grito, pataleo, lloro, muerdo. Lo que pasa que lo hago todo en soledad, cuando las puertas de mi casa se cierran y dejo en el felpudo de la entrada la imagen de felicidad. Si alguien huele a muerto, es mi alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te echo de menos, bella dama