viernes, 19 de junio de 2009

Lentamente se acurrucó en la cama. Afuera el tiempo era caluroso y una leve brisa del sur se adentraba en la habitación por debajo del pequeñó hueco que dejaba la persiana. Intimidad, eso es lo que quería sentir en ese ambiente. Intimidad para abrir el regalo.
Un regalo pequeño, pero con un gran significado.
Despacio, se fue desnudando, quería que aquel regalo le vistiera de amor, de sensaciones, de olores y sueños. Por ello se metio desnuda en la cama, apagó todas las luces, menos la de una pequeña vela que cubrió toda la habitación de embrujo, de magia.
Y le dio al play, unas palabras de una voz conocida comenzaron a hacerle sonreir. Se sabía de memoria aquel monólogo, pero esta vez le sonaba diferente, lo degustaba como si fuera la primera vez, sonaba distinto, y esta vez entendió que este sentimiento que se le había colado entre los huesos era verdad. Estaba enamorada y cada una de esas canciones le hizo sentir un amor distinto; un amor tranquilo, sereno, un amor aventurero, un amor pasional, un amor sensual, otro travieso, melancólico, triste, embriagador y temerosos. Tocó todas la sensaciones con un par de canciones, todas ellas dedicadas a ella.

Y en un momento se quedó grabada un par de frases, un par de lágrimas acariciaron sus mejillas, que ella intentó limpiar, y con la imaginación intentó creer que esa mano que limpiaba sus lágrimas de felicidad eran las de él, que a pesar de la distancia se encontraba con ella, sin permitir que aquella noche, su corazón se rompiera en mil pedacitos.

Por primera vez, ella supo que era él, que eras tú, que te eoncontró.

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