lunes, 27 de abril de 2009

Me arañé la piel por si el traje de piel que me tejieron tus manos era lo que me afixiaba, lo que no me dejaba avanzar.

Me abrí las heridas de bala, por si la sangra seguía siendo roja, por si lo que corría por mis venas era tu veneno.

Me cosí lo párpados para no verte, para que mis otros sentidos se desarrollaran tanto que pudieran sentirte a varios kilómetros y así ser capaz de evitarte antes de que volvieras a jugar conmigo.

Me quemé las yemas de los dedos para no sentirte, pero tus huellas seguían en mí y eso destrozaba más mi interior.

Me quise arrancar el corazón y plantarlo lejos de todo este contexto, que echara raices y no fuera detrás tuyo con cada temblor o escapada que hicieras.

Me rajé el labio con tus cartas de amor llenas de mentiras.

Y todavía te seguía amando.

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