lunes, 2 de febrero de 2009

Los huesos fríos,
los labios secos,
el lagrimal lleno,
los dedos acusadores.

Alicia grande, controlando sus sentimientos,
pequeña persiguiendo su instante soñado.
De puntillas, deambulando sin percatarse del abismo,
la tela de araña la acurrucaba, la adormecía.

La piel pálida,
el pelo enredado en sus muñecas,
la espalda cargada,
el corazón vacío.

Alicia acusada corre por el camino, no sabe donde empezó
no conoce su final. Simplemente deambula buscando una señal.
La ausencia de aire, de respirar, le hacían perder el control, y mientras
una sonrisa burlona le marcaba su sentencia.

Los tobillos temblorosos,
las rodillas quebrantadas.
las pupilas dilatadas,
el vientre lo sentía extraño.

Y un día, después de pensar que su objetivo era buscar al conejo,
de que su destino fuera que le cortaran la cabeza por sentir más que pensar,
después de celebrar cumpleaños destinados a otros, despertó.

Mejillas sonrosadas,
manos tocando su espalda,
besos que huelen a madera,
y piel de almendra.

No hay comentarios: