sábado, 28 de agosto de 2010

Como pude ser tan estúpida.
Me lo decián tus actos, tus juegos, tu paranóias.

Las duchas de agua fría sin desvertirme, los sollozos en la madrugada.
comparaciones odiosas entre acciones insignificantes que para tí eran un abismo.

Te quise, por mucho tiempo, por toda una eternidad. Te llegé a odiar para siempre.

Los orgasmos fingidos, las caricias obligadas, las risas falseadas. Tú ni te preocupaste, ni me mirabas, ni te inmutabas.

Había pasión, había secretos compartidos, sentimientos, miedos a querernos que al final nos matarón.

Tú me disparaste y yo me dejé matar.

No hay comentarios: