jueves, 14 de enero de 2010

Yo también alguna vez quise ser Alfonsina y lanzarme al mar, pero no lo encontré mientras andaba en círculos.

A mí también me acompañó la angustia y el dolor, me arrullaban como a ella las caracolas, pero en mi caso eran voces del pasado, que me hablaban, que me hacía sentirme viva. Por eso no encontré el mar, porque esa voz no fue mi guía entre las rocas, ni me hizo un vestido para la última noche.

Mientras Alfonsina espera que sean otros quienes contesten a tus llamadas, yo te espero aquí, impasible y me repito a corazón abierto que des señales de vida, porque si yo no fui al mar es porque fuiste tú quien ocupó ese lugar, aquella tarde de invierno, cuando yo decidí no volver; y la soledad quiso llamar a la puerta donde no había marca roja.

Te confundiste de camino, tomaste mi lugar y ahora no puedo seguirte, mis círculos se cierran, me impiden respirar. Pero no será una muerte como la tuya, ahogado en el mar, la mía será de pena, con las rodillas en la arena y la espuma entre las uñas. Esperando.

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