miércoles, 29 de octubre de 2008

Demasiado tarde.
Hoy te ví, dibujado en al ventana del autobús, dibujado entre el reflejo de mis facciones.
Eras tan real, completo, parecía que respiraras a través de mi, pero era yo quien ponía el aire, quien te llenaba de oxígeno. Era yo la que se ha mordido el labio hasta sangrar, la que ha llenado su lagrimal, oxidado; la que mirando por el cristal a contado cada marca del suelo, por si, al llegar al número cien sin crear un ruido, el corazón se le explotaba y te diera con él en la cara. En ese reflejo, te he intentado apartar el pelo de la cara, pero al hacerlo, me he mirado por primera vez a los ojos.
Hoy, mientras las gotas han caido al suelo sin mojarme, cuando el frio ha calado en mis huesos, te he visto, he repetido tu nombre.

Nombre
Nombre
Nombre

ya no recuerdo como te llamabas. Solo recuerdo que una vez hice memoria de tus actos, que almacené sucesos. Solo recuerdo que fuiste el pasado y que hoy la sangre de mi labio ya no sabe tan dulce.

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