viernes, 5 de abril de 2013

Hubo un momento. Una milésima de segundo.
Un instante, una pizca de vida, una ida hacia delante.

Existió un quizás, un espera, un tal vez.
De verdad que lo sentí, lo palpé, lo mordí.

Pero en realidad no tenía vida. No latía.
Era mentira. No sé, no lo supe nunca.

De acuerdo, si era mentira, ¿por qué dolía?
Quizás, esa fugacidad lo hizo eterno. Lo hizo deseable.

El deseo es lo peor de esta vida. Desear es perder.
Desear es imposible. La vida es imposible.

La muerte, la mentira, el no saber. Eso es vida.

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