domingo, 25 de marzo de 2012

Tenía ganas de decírtelo.
Sabía perfectamente la música que sonaría, la luz que habría y el olor.
En mi mente estaba toda esa imagen y me imaginaba tu respuesta.
En mi pecho retumbaban las palabras, unas detrás de otras, hasta doler.
No iba a ser un discurso,ni un cliché. Iba a exhalar, a tomar aire y simplemente lo pronunciaría.
Podría haber pasado que el miedo me hiciese trabarme, que sudase, mi corazón se pusiese a palpitar muy rápido y mis manos temblasen, pero nunca la idea fue tan clara.

Al final no sucedió, no te lo dije y tú no lo escuchaste.
Pero tenía ganas de decírtelo.

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