sábado, 3 de septiembre de 2011

Me puse a bailar con el tiempo sin saber si me sabía ese baile, si quería bailarlo o si yo era la única con la que él iba a bailar esa noche. Simplemente bailé y quise almacenar los pasos.

Más tarde, quise recordar los pasos, pero sólo recordaba una leve melodía. No recordaba ni la cara del tiempo, ni lo que me hizo sentir, ni si yo era la única con la que él bailó esa noche.

Un buen día, recordé uno de los pasos y ví que no me gustaba ese baile, ni la melodía que ya casi ni recordaba. También decubrí que el tiempo no me gustaba y me daba igual que yo hubiese sido otra más en la fila para bailar con él. 

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