lunes, 14 de marzo de 2011

Recuerdo despertarme en mitad de la noche, con un leve cosquilleo en el cuerpo.
Dar vueltas en la cama, con las sábanas enredadas en los pies. Sin más pijama que tus manos.
Tus ojos abiertos me observaban desde el escritorio y una leve luz tenue te servía de guía para terminar tu obra de arte.

Yo me giraba por miedo a que descubrieras mi defectos, pero tu seguías mirando fijamente. Sonreías y tus manos, manchadas de pintura, acariciaban tu rodilla.

Te llamé y tu accediste a acercarte, eran fáciles las cosas cuando nos amábamos. Me abrazaste y dejaste que me volviese a dormir.

Despacio, regresaste a la silla, volviendo a observar tu obra. Un te quiero escrito con tinta en mi espalda marcaría el camino hacia el amor.

Hubo un antes y un después y nunca un igual.

No hay comentarios: