Tú digiste que no era el momento.
Digiste que te gustaba mi pasión, mi locura, mis ganas de vivir.
Luego decidiste echármelo en cara.
Digiste que sería especial para siempre.
Luego decidiste abandonarlo todo.
Y ahora no sientes, ni padeces y no te atreves a decírmelo.
viernes, 10 de diciembre de 2010
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