Me volví a encontrar con mis defectos.
Estaban allí, mezclándose con el agua.
Tragé saliva y dejé que fluyeran por mi cuerpo denudo.
Mientras, tú recorrias con tu mirada mi nuca.
Al otro lado de la cama, seguía sin hablar, sin reaccionar y tú mantenías la mirada.
domingo, 21 de noviembre de 2010
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